Descarbonizar para cambiar el sistema privatizador. Recuperar el sector energético para el Estado y el Pueblo argentino.
La ofensiva neoliberal en todo el planeta convirtió a la energía como una mercancía, haciendo desaparecer el sujeto considerado como consumidor transformándolo en cliente. La energía dejaba de ser considerada como un derecho y tienen acceso a la misma solo quienes tengan capacidad de pagar niveles de consumo adecuados a una vida digna.
Miles de millones de seres humanos en el planeta y millones en Argentina padecen de pobreza energética y destinan porcentajes altos de sus ingresos para acceder a servicios esenciales como lo son la luz y el gas.
El calentamiento global, acelerado por el consumismo capitalista pone en riesgo la vida misma. La supervivencia del ser humano está comprometida y el cambio climático pone en una encrucijada a todas las sociedades para borrar lo que se denomina la huella de carbono, causante de la crisis ambiental en desarrollo. La energía es la principal fuente de contaminación generadora de gases contaminantes, productora del efecto invernadero.
Consideramos la descarbonización como un proceso que no solo trate el cambio de la matriz energética, también debe incluirse en ese proceso el cambio de modelo energético, el cambio de propiedad, la renacionalización y reestatización con control social.
La transición energética, hacia energías limpias, renovables y no contaminantes es una necesidad imperiosa para detener el calentamiento y el desastre ambiental. El elemento esencial para la vida, el agua, pasa a ser un bien escaso en amplias regiones del planeta.
El sistema capitalista se propone darle continuidad al consumismo agotando aceleradamente los recursos naturales no renovables, contaminando aún mas con el extractivismo y el saqueo.
Desde los centros de poder mundial se propone sostener el sistema capitalista impidiendo que los estados obtengan en este proceso soberanía en la generación de energía.
El cambio de energías contaminantes a energías renovables y no contaminantes es una oportunidad para recuperar soberanía sobre este sector estratégico.
La transición es indispensable, pero considerando la energía como un derecho humano, como un bien común y es necesario discutir el modelo de propiedad para que la energía tenga tarifas justas y sirva como palanca de desarrollo para nuestros pueblos. Para satisfacer las necesidades fundamentales de los usuarios no solo hay que borrar la huella de carbono, también hay que borrar el concepto de mercancía de la energía.
Los cambios profundos a nivel global de las últimas décadas, está basado en las privatizaciones y en el rol del Estado consistente en garantizar las altas ganancias empresariales. Es así, que lo único que se discute es cómo se aumentan las tarifas y no los derechos de los usuarios.
Este proceso de transición debe servir para crear una empresa de generación 100% estatal con participación en el control y la gestión de los usuarios y los trabajadores. No habrá transición justa para los pueblos y los trabajadores sino se discute el modelo.
El Estado debe recuperar el poder de diseñar políticas públicas y planificar con criterio estratégico que tipo de generación, para qué modelo productivo y para quienes va a generar. Si lo va a hacer para la megaminería y el extractivismo o para un modelo de desarrollo y generación de empleo.
Sin poder popular, sin participación, comprensión y compromiso de los usuarios no es posible transformar el modelo implementado en los noventa. Unir, organizar, acumular fuerza y luchar por otro modelo, otra sociedad, con cuidado ambiental y protegiendo la naturaleza. Únicamente así, será posible una transición justa para los pueblos latinoamericanos y argentino.