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El país movilizado para poner freno al fascismo

En Buenos Aires se realizó la marcha más numerosa contra el avance del discurso de odio del Presidente pero en el resto del país la ciudadanía también expresó contundentemente el rechazo al racismo, la discriminación y el fascismo.

La distancia entre Plaza Congreso y la Plaza de Mayo supera los dos kilómetros, cubiertos simultáneamente por manifestantes, al punto que miles de ellos no pudieron llegar a la Plaza de Mayo. Desde temprano, grupos organizados o de manera particular fueron concentrándose, no solo desde el punto de partida sino desde calles adyacentes que, al momento del inicio de la movilización, a las 16.30 una multitud empezó a caminar pacíficamente.

Quizás con la esperanza de que se produjeran desmanes, tanto las policías de CABA como nacionales brillaron por su ausencia. Ni tan siquiera pusieron vallas en la Plaza de Mayo frente a la Casa Rosada. Sí colocaron vallas frente a la catedral, como si la movilización se realizara contra la iglesia católica en un desesperado e inútil intento de señalar a otro por el discurso violento, racista, homofóbico, antiderechos de Milei.

Estúpidamente desde el gobierno, alertados por la posibilidad de que la marcha expresara un contundente rechazo, trató de instalar que el presidente no había dicho lo que dijo y todxs escuchamos, en Davos.

Ni un solo incidente, ni un desborde, solo bronca y rechazo por el ataque contra las diversidades y el ajuste contra distintos sectores de la sociedad. Jubilados, estudiantes, trabajadores despedidos, con bajos salarios constituían la masa movilizada desde una Plaza a la otra.

Otra vez en verano los sectores populares amagan con una resistencia a la intolerancia de la derecha. Como en el año pasado con la movilización de los trabajadores, este verano el pueblo ganó la calle. Ya se habla de nuevas marchas el 8 de marzo, para enfrentar el anuncio del gobierno de derogar la ley de femicidio. También aparece en el horizonte otra, que también se pretende multitudinaria el 24 de marzo contra el genocidio.

Dos marchas emblemáticas, que pueden acumular para un proceso de ofensiva popular que derrote la entrega de soberanía, la destrucción del empleo y los derechos de los trabajadores, la criminal política de ajuste y desamparo y quita de medicamentos a las y los jubilados y el ataque a la salud y educación públicas.