«No deberíamos olvidar que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.» Rosa Luxemburgo.
Mientras el gobierno nacional presidido por Javier Milei avanza sobre los derechos de las mujeres y disidencias sexuales, este 8 M será fuerte el grito de ¡ACÁ ESTAMOS! Para defender lo conquistado en estos más de 40 años de democracia y seguir avanzando por los derechos de todxs.
Lo que el gobierno ataca como “ideología de género” e instala al igual que las derechas de todo el mundo en el centro de sus políticas contra las mujeres y disidencias, no es otra cosa que una respuesta misógina, racista, capacitista y patriarcal a un movimiento internacional que en las últimas décadas ha logrado situar en la agenda del Estado un horizonte de igualdad de género.

El reconocimiento de la violencia machista como un asunto público, de la identidad de género como una cuestión de derechos humanos, de las decisiones sobre la sexualidad como una obligación de Estado, del trabajo doméstico no remunerado como un eje de las políticas públicas resulta intolerable para un gobierno asentado en el negacionismo y la mercantilización más extrema de nuestras vidas.
Acertada expresión la de ¡PERO NOSTRXS EXISTIMOS Y NUESTRAS VIDAS VALEN!
Mientras se cierran ministerios y otras áreas del Estado destinadas a hacer efectivos nuestros derechos, se despiden trabajadorxs de sectores claves y se desmantelan programas que cuidan de nuestra salud, los femicidios aumentan y nuestras condiciones materiales se ven cada vez más precarizadas. En 2024 se registró un femicidio cada 27 horas, a la vez que se intenta desterrar su figura en el código penal negando su existencia como tal. La violencia de género existe y tiene consecuencias dramáticas que se reflejan en las estadísticas pero también impactan en nuestras historias y la de nuestrxs hijxs y familias. Más que nunca seguimos luchando para que no haya ¡NI UNA MENOS!
La legitimación de la violencia en los discursos presidenciales habilitan el odio y la discriminación de género en formas que no podemos aceptar socialmente, como demuestran los lesbicidios y trasvesticidios recientes, la banalización de las vivencias internas sobre el género no pueden permitirse en un país que hace rato reconoce el derecho a vivir libremente nuestras identidades y para ello asumió compromisos jurídicos internacionales que se deben cumplir. La suspensión por decreto de tratamientos hormonales para personas trans no hacen más que violar esos derechos. Por eso el #1F se salió a la calle y se reafirmó que ¡AL CLOSET NO VOLVEMOS NUNCA MÁS!

Los derechos sexuales y (no) reproductivos fueron conquistados en extensos debates y largas jornadas de lucha, agenciando al Estado nacional como garante. El desmantelamiento del Plan ENIA para prevenir embarazos no deseados en las adolescencias, el desfinanciamiento de programas de salud que garantizaban métodos anticonceptivos en todo el territorio nacional y los embates contra la Ley 27.610 de interrupción voluntaria y legal del embarazo, nos enfrentan a una situación de máxima vulneración para los sectores empobrecidos de nuestro país que violan todos nuestros derechos adquiridos para decidir sobre nuestros cuerpos, nuestra salud y nuestra vida. Defendemos el derecho a decidir ¡LA MATERNIDAD SERÁ DESEADA O NO SERÁ!
Por estas razones y porque nuestras vidas valen este 8 M ¡NOS VEMOS EN LAS CALLES!