DÍA INTERNACIONAL DE LOS Y LAS TRABAJADORES Y TRABAJADORAS
Desde la dictadura genocida, los trabajadores y las trabajadoras sufrimos una brutal e ininterrumpida ofensiva del capital en contra del trabajo. Esa ofensiva destruyó la salud y la educación públicas, debilitó el accionar estatal orientado a los menos favorecidos socialmente y fortaleció una orientación a favor de los sectores más concentrados de la economía, entregó vía concesiones y privatizaciones los bienes comunes, todo a favor de una lógica de privilegio al sector privado monopolista y transnacionalizados. El retroceso socioeconómico es evidente y lo sufren millones de trabajadores y trabajadoras desocupados y desocupadas, especialmente y las/os asalariadas/os, los que en su mayoría se encuentran con ingresos por debajo de la línea de la pobreza. En el camino también quedaron derechos y conquistas históricas de la clase trabajadora.
Esa ofensiva del capital, cada vez más concentrado, no se ha detenido ni aun en medio de la pandemia. Somos conscientes que se han tomado medidas paliativas que alivian la crítica situación de los sectores más humildes, aun cuando no a todos les llegan esos beneficios (alimentos e ingresos) y entre otros, las jubiladas y los jubilados que reclaman la falta de actualización de sus haberes. Lo señalado, es una constatación en el marco de un grave retroceso económico social gestado en la administración de Mauricio Macri, la que agravó todos los indicadores sociales del país.
Sostenemos que el privilegio a la salud pública de la población y la atención de los más perjudicados, por años de políticas de liberalización, es el rumbo que se exige en estos tiempos de agravación de la crisis capitalista ante la presencia del COVID19.
Destacamos entre las políticas sociales el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para casi 8 millones de personas, aun cuando los registrados para su acceso supera a los 12 millones, a quienes se debe atender de manera urgente.
Es importante el congelamiento de tarifas y combustibles, tanto como la retracción de precios, pero al mismo tiempo llamamos la atención de la elevada suba de precios de alimentos y medicamentos con escasa acción punitiva del accionar estatal.
Resulta interesante la promoción de acciones para sostener el empleo, el crédito a tasa cero o reducida y la actividad de las pymes, pero alertamos sobre el escamoteo de la banca para hacer efectivas las medidas, en buena parte motivado en la vigencia de una legislación financiera que viene desde 1977 y la presencia de un banca privada y extranjera orientada a maximizar sus ganancias y favorecer la fuga de capitales.
La realidad muestra negociaciones paritarias congeladas frente a un descomunal crecimiento de los precios, en un marco de recesión, suspensiones y cesantías que bajan los ingresos de las trabajadoras y los trabajadores. Al mismo tiempo, la eliminación de las cláusulas gatillo, agrava el deterioro de la capacidad de compra del salario frente a la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, una situación que viene de arrastre en la era Macri.
Un tema grave resulta del reconocimiento sin investigación de una deuda externa contraída contra los intereses del pueblo y de la Nación, especialmente el acuerdo suscripto con el FMI, el que debiera rechazarse de plano. Asignar recursos a cancelar la deuda agrava la posibilidad de atender las demandas de la emergencia y la necesidad de revertir los efectos regresivos acumulados por años, agravados en el gobierno anterior.
Queremos evidenciar que, en apenas unas semanas, pese a la existencia de un Decreto de Necesidad y Urgencia que prohibía despidos, las trabajadoras y los trabajadores sufrimos más de 200.000 despidos y más de 300.000 vieron reducidos sus salarios entre un 30 y un 50%. Estas reducciones salariales afectan profundamente a la enorme mayoría que tienen haberes menores a $ 30.000 (salario promedio, que está muy lejos de cubrir la canasta familiar).
Los millones que demandan percibir el IFE y otras/os muchas/os millones en situación de hambre y extrema necesidad demandan alimentación y medicamentos; que se resuelva el abastecimiento en tiempo y en forma lose comedores comunitarios de las organizaciones sociales, en donde estos están, o crearlos si así lo demanda el movimiento popular. Junto al hambre sobresale la situación de trabajadoras y trabajadores relativo al congelamiento de paritarias, las reducciones salariales y los despidos, lo que configura un escenario que bien podría catalogarse de una verdadera pandemia social.
Para agravar aún más las condiciones de vida de los que menos tienen, aparece el repudiable acuerdo de la CGT, las patronales y el Gobierno, un verdadero pacto que supone un ajuste sobre el ajuste.
Queda claro para nosotros quienes pierden en el capitalismo, del mismo modo que identificamos a los pocos que ganan. Entre ellos destacamos a los especuladores de adentro y de afuera, especialmente a los acreedores privados de la deuda pública, el FMI y al sector financiero asociado a la especulación y la fuga de capitales; los grandes productores, empresarios y exportadores del agro negocio y la industria de ensamble; la mega minería a cielo abierta; las petroleras y las empresas privatizadas de los servicios públicos; los grandes centros comerciales y de distribución mercantil. Estos sectores concentrados que obtienen extraordinarias ganancias son los que tienen los recursos para sortear la pandemia. Claramente son los que más resisten avanzar en un rumbo de distribución del ingreso y de la riqueza, junto a boicotear toda defensa de la vida en aras de sus negocios y una recuperación de la actividad económica para sustentar su acumulación privada de ingresos y riquezas.
Frente a quienes claudican y entregan salarios y derechos de las/os trabajadoras/es se hace notoria la necesidad de construir unidad de los sectores gremiales y sociales dispuestos a defender los intereses de la clase trabajadora ocupada y desocupada, con una práctica y estrategia que supere el actual modelo sindical empresarial y colaboracionista con los intereses del capital. Está claro también que de no transitar el camino de unidad en la diversidad nos asegura un futuro luego de la pandemia con más pobreza, mayor explotación de la fuerza de trabajo y con un futuro de mayor sumisión del trabajo a la dominación del capital. Hay que avanzar para ampliar los derechos sociales y terminar con políticas de saqueos sobre el bolsillo de las/os trabadoras/es y sobre los bienes comunes y los servicios públicos. Debemos recuperar soberanía alimentaria, energética, productiva y financiera.
Sin unidad de los que luchan y comparten un proyecto de emancipación, es imposible. La hora nos desafía para encontrar el camino.
Por la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina
Julio Acosta, sec. adjunto
Damian Strachenco, sec. de prensa