La suspensión del acuerdo nuclear con China cancela la construcción de Atucha III (la IV central nuclear) y, aunque no es seguro, posterga hasta el 2022 el eventual inicio de la construcción de la V central nuclear en la Argentina.
Estas centrales iban a generar más de 5.000 puestos de trabajo calificado, darle mayor actividad a la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) y continuar desarrollando todo el sector nuclear del país. Según versiones periodísticas, la caída del acuerdo es producto de la crisis financiera (incluso con endeudamiento con el FMI) que atraviesa el país y el ajuste económico sobre los trabajadores/as que el gobierno de Mauricio Macri está encarando desde el Estado.
Atucha III central iba a tener 740 MW(e) de potencia, mientras que la V central era de 1150 MW(e) de potencia. La caída del acuerdo nuclear con China es un grave retroceso estratégico como país, además de generar mayor dependencia energética, industrial y tecnológica. Si bien esto se conoció hace 10 días, hasta el momento no hay una versión oficial, o la voz de un funcionario, que desmienta la caída del acuerdo nuclear con China.
Prensa FeTERA habló en profundidad sobre este tema con Agustín Arbor, que es el secretario General de la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad Nuclear (APCNEAN – FeTERA), secretario de Política Energética y Medio Ambiente de la FeTERA y trabaja en la actividad nuclear hace 40 años.
¿Qué es lo que se sabe hasta ahora?
Lo que se conoce por noticias periodísticas es que la Argentina suspendió el acuerdo nuclear con China para construir la IV central nuclear y postergó para el año 2022 el eventual inicio de la construcción de la V central. Lo que también sabemos es que ninguna autoridad nacional o ningún comunicado oficial desmintió esta información.
¿Cómo se entiende esto?
Me cuesta entender la racionalidad y conveniencia de suspender el acuerdo nuclear con China. Por una parte, las autoridades del gobierno recurren al Fondo Monetario Internacional (FMI) en la búsqueda de un crédito por 30.000 millones de dólares para atender el déficit financiero de nuestro país y, por otra parte, no se aprovecha el crédito blando de alrededor de 10.000 millones, por un plazo de 20 años, con un período de gracia de 8 años que ya había sido acordado con China para construir dos centrales nucleares y que no condiciona el acuerdo con el FMI.
En mi opinión es una medida absurda por parte del gobierno nacional la de suspender el acuerdo porque era ventajoso, estaba dirigido a obra pública, involucraba tecnología avanzada, tanto de la Argentina como de China, y producía un efecto derrame sobre gran parte de la industria nacional y nos colocaba ante la posibilidad futura, con certeza, de contar con cinco centrales y financiar otras nuevas centrales nucleares con recursos propios provenientes de la explotación comercial de las centrales.
¿En qué dirección es esta decisión?
Esto es acorde al camino que propone el gobierno que es el de tener seguridad energética, pero es el opuesto al que sostiene la FeTERA, que es el de la soberanía energética. Siempre es bueno recordar que la energía no es un commoditie, no es una mercancía, si no que es un bien social, es un derecho humano y es un bien estratégico. Además, el desarrollo nuclear argentino es una herramienta que potencia la política exterior, es decir, a la diplomacia de nuestro país. Es bueno recordar que la actividad nuclear ha sido una política de Estado en la Argentina.
El tema de las centrales nucleares viene del anterior gobierno y este gobierno venía trabajando en esa misma línea
Este tema viene del anterior gobierno y esta gestión decidió respetarlo. Esto nos lo dijo a nosotros el propio ministro (de Energía y Minería), Juan José Aranguren. Este gobierno venía respetando el acuerdo alcanzado con China por el anterior gobierno. Decidió seguir adelante y lo que hizo, que no fue poco, fue revisar los contratos y conseguir una reducción en los costos. Todo esto se suspendió.
¿Hay que vincular esto con el ajuste económico del gobierno nacional?
Lo que se conoce hasta ahora es que esto tiene que ver con el ajuste. Pero lo que no se entiende bien es que la Argentina ya tenía otorgado un crédito blando por 10.000 millones de dólares por parte de los chinos para la construcción de las dos centrales nucleares nuevas y a devolver a 20 años. Es un absurdo, la verdad es que no se entiende. En 8 años podíamos tener construidas las dos centrales y pagarlas con la propia generación eléctrica producida. Es increíble que un ingeniero que está a cargo de la presidencia de la Nación haya tomado esta decisión.
¿Qué consecuencias traerá esto para el sector nuclear del país?
Si se anula la construcción de la IV central nuclear, que es del tipo Candu (Canada Deuterium Uranium), similar a la central nuclear Embalse, que utiliza uranio natural y agua pesada proveniente de la Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito (PIAP, provincia de Neuquén), lo que trae como consecuencia es la desactivación de la PIAP, con la pérdida de alrededor de 600 puestos de trabajo calificado.
Otra consecuencia podría ser la desactivación de los sectores nucleares de las empresas nacionales involucradas como proveedores de ingeniería, componentes, equipos, montaje, entre otras cosas.
Y otra consecuencia importante es la desactivación del capital intelectual nuclear de las empresas del sector, de los organismos nucleares, de institutos y de laboratorios que costó años. El capital intelectual es justamente donde radica el secreto del desarrollo de un país.
Como si fuera poco, hay que agregar una consecuencia más que tiene que ver con la pérdida de la creación de 5.000 puestos de trabajo calificado más que es lo que podría ocupar la construcción de las centrales.
La cancelación de la construcción de la IV central nuclear conlleva costos sociales, científicos, tecnológicos y económicos para nuestro país.
Si en el 2022 se retoma sólo el proyecto de la central de origen chino del tipo PWR (uranio enriquecido como combustible y agua liviana, no pesada) se llevará a cabo de una compra al estilo “llave en mano”. Es decir, nos pone en total dependencia del país proveedor porque acá en la Argentina sólo se haría la obra civil. Así es el acuerdo entre ambos países.
¿Argentina tiene una industria nuclear más adaptada a una central nuclear del tipo Candu, como ya la tiene en Embalse?
Claro, nuestro país tiene menos capacidad de respuesta para una central del tipo PWR porque está más adaptada a lo que son las centrales nucleares Candu. Argentina tiene capacidad en la industria local de fabricar en un muy alto porcentaje los componentes y equipos de una Candu, como iba a ser Atucha III.
¿Qué implicancia tiene todo esto para el sector nuclear argentino?
Todas estas acciones no parecen casuales. Es evidente que reflejan una clara política de desactivación del plan nuclear argentino. No se puede ver esto de otra manera. Argentina es reconocida mundialmente en el campo nuclear para usos pacíficos y seguros, con desarrollo propio y sostenido llevado a cabo durante 68 años, desde 1950, por el esfuerzo de profesionales, técnicos, asistentes, en definitiva, trabajadores de la actividad nuclear de la Argentina. Los trabajadores somos los verdaderos artífices de haber logrado alcanzar, por el trabajo sostenido de varias generaciones, la posición relevante que tiene nuestro país en este campo en el mundo.
¿En qué lugar queda la PIAP sin la construcción de las centrales?
Desde el punto de vista de la producción, si no hay más centrales de uranio natural y agua pesada en la Argentina (como iba a ser Atucha III), queda para producir el stock que necesite Atucha I, Atucha II y Embalse para reponer las pérdidas en toda la vida útil de estas centrales. Si las pérdidas anuales son bajas, la PIAP tendría un horizonte de vida de unos pocos años, me animaría a decir de entre 5 y 8 años, para producir el stock suficiente para reponer el agua pesada de pérdida que tengan anualmente cada una de las tres centrales. Con lo que necesitaba Atucha III, el horizonte de vida de la PIAP podría llegar a alrededor de 15 años.
Prensa FeTERA